lunes, 28 de noviembre de 2011

AMERICAN HORROR STORY | ¿Qué se supone que tengo que decir de esta serie...?

No sé por dónde empezar. Incluso me da bastante pereza ponerme a escribir sobre ella, pero digo yo que habrá que dedicarle unas líneas a esta nueva ida de olla de Ryan Murphy (y compañía). Creo que lo mejor será hablar a base de sensaciones, es lo único que se me ocurre para hacerme entender. Y decir así de primeras dos cosas. Una es que aunque sea una serie que me provoca fascinación y disfrute en muchos sentidos, para nada creo que sea una obra maestra, o incluso una "gran" serie (me sé otras muchas más merecedoras de esos calificativos). Al menos de momento. Y que no se me entienda mal. ¡AHS me gusta! La segunda cosa es que la secuencia setentera del principio me compró, gamberradas con música y susto, cortesía de dos gemelos pelirrojos.


Lo primero que me sorprende es que sea de Ryan Murphy, por lo distinto de los géneros en los que ha trabajado. Aunque pensándolo mejor, precisamente las series de Murphy tienen un género común a pesar de los rasgos distintos: el del arriesgarse. Una serie con la cirujía plástica como telón de fondo (NIP/TUCK), la primera serie musical (GLEE) con sus tintes surrealistas y su realización aceleradísima, y la primera serie de terror, AMERICAN HORRROR STORY.

He visto muy poco de la ópera prima de este señor (diría que nada), y GLEE es sabido por todos los que leen este blog que la disfruto mucho. Me atrevería a decir que AHS tiene elementos de las dos, y luego está ella misma, reinventada de la nada. Tiene lo macabro, lo grotesco, la importancia que dan algunos personajes a la belleza (esa Constance bordada por una Jessica Lange que da gusto ver), el humor negro, la realización acelerada y barroca, la sobre-dramatización, el subrayar lo obvio...

Y luego puedo empezar a decir adjetivos propios de la pedantería artística pero que son los que me vienen a la cabeza ante el desconcierto (no negativo) que me supuso el episodio piloto, el propio cartel de la serie, y (aunque en menor medida) los siguientes capítulos: grotesca, fascinante, barroca, horrorosa, macabra, manierista, terrorífica, posmoderna, bizarra, desconcertante, confusa, psicológica, sexual, psicodélica, almodovariana, irónica, contrapuntística, acelerada...

Es un barullo de sensaciones, y he de reconocer que lo primero que experimenté al terminar el piloto fue desconcierto, mareo, disfrute, algo de mala leche, y mucha incertidumbre, ésta última porque en el fondo quería seguir viendo más episodios. 

Voy un poco atrasado, ya que la serie se empezó a emitir en octubre y ya lleva 7 capítulos (si no me equivoco). He visto cuatro, y no he escrito ni hecho reviews episodio por episodio porque lo veo una labor ardua, y porque creo que escribir sobre ella cuando necesite compartir mi experiencia es lo que más se adecúa al seguimiento de esta serie.

Lo que estoy escribiendo es tan inconexo (aparentemente) y caótico como el capítulo piloto. AHS da la sensación de que coge los elementos del terror clásico y los mezcla, los exagera (de ahí el manierismo), los amontona (de ahí el barroquismo), a un ritmo aceleradísimo, tanto en el interior de los planos, con cortes rápidos de la acción, como en el discurso total. Tiene encuadres aberrantes prácticamente todo el rato, y componen otros muy chulos. Juegan con las elipsis. Juegan con el flashback (de hecho, todos los episodios comienzan con un caso de asesinato macabro en la "murder house" años antes del presente).

Típica familia desestructurada, cuya situación personal de sus miembros da más miedo que la casa donde se mudan a vivir. Casa encantada con sucesos paranormales y que está abaratada por la mala fama que tiene. Fantasmas. Cadáveres. Dinámica de susto barato y música estridente. Sótano con misterios macabros. Personajes grotescos (no sé qué tiene este Murphy con la gente con síndrome de Down; me recuerda a Goya, que pintaba a ese tipo de personajes: lisiados, enanos, todo muy "grotesco"; y el caso es que aquí lo usa para acojonar). Síndromes de doctor Frankenstein. Morbo y pulsión sexual. Psicologías inestables. Bebés no deseados, hijos robados, niños malditos. 

En fin, son esos elementos que se han tratado mucho en el cine de terror y que, como digo, se llevan al extremo, y sobre todo se mezclan, cogiendo un poco de uno y otro poco de otro, y generando otro tipo de terror. Y eso provoca la locura y el desconcierto, esa sensación que sólo te sale por la boca con la forma de la palabra "bizarrada" cuando lo último que ves es a un hombre desconocido vestido de cuero negro y que hace apariciones repentinas, obsesionado con el sexo y con la casa. Su casa (o eso parece, aún me queda camino).

Que de repente escuches el tema principal que compuso Bernard Herrman para "Vértigo" como música extradiegética, tiene su encanto, como cuando Tarantino usa a Ennio Morricone en sus películas. Es el mismo efecto, con distinta música. Y es un efecto extraño, el contrapunto, como de paradoja, de ironía, de parodia, de reinvención, de reconstrucción a través de la deconstrucción (sí, en serio, lo pienso así, con estas palabras tan horribles que yo nunca diría a no ser que fuera necesario).

En definitiva, que una serie de terror es algo arriesgado y distinto, sobre todo por la serialidad que tiene que mantener sin dejar de dar miedo. Pero es que tampoco es que la serie busque dar miedo, o al menos no busca aterrar con lo típico. Si lo aterrador debería ser un fantasma o una criatura deforme que vive en el sótano (y que da miedo...), donde deciden plantarte la nota de terror es en una amante un poco desequilibrada y acosadora, que no sabes por dónde va a venirte. Diría que AHS es una serie en cuanto que tiene una historia que contar, un drama familiar rodeado de otros dramas. Simplemente está contada desde un enfoque terrorífico, macabro, exagerado, desconcertante y (uan mor tain) grotesco. 

Diría que AMERICAN HORROR STORY se merece ser experimentada, no vista. Experimentar sus sensaciones, sus historias (que tiene varias, y ese es uno de sus puntos fuertes), su realización acelerada y turbia, y sobre todo sus interpretaciones (una fría y perturbada Jessica Lange, una avinagrada y atrapada Frances Conroy -me cuesta no ver a Ruth Fisher...- que se intercala en su papel de sirvienta con la buenorra de Alexandra Breckendrige, Connie Britton en el papel de madre, una Taissa Farmiga que es una joven revelación (al menos para mí), y el tal Denis O'hare que da mucha grima, no por su cara quemada, sino por su ambigüedad y su obsesión con Ben, cuyo actor ni me va ni me viene; además de un invitado de lujo como es Zachary Quinto en el quinto episodio, irónicamente interpretando a uno de los dueños gays: menudos díalogos se marca).

1 comentario:

  1. Te entiendo, a mí también me costó una burrada escribir una entrada sobre AHS. La serie me encanta, pero digas lo que digas sobre ella, va a quedar fatal sobre el papel y tener bastante poco sentido. Además, en los primeros capítulos no tienes ni idea de qué coño está pasando, por muy cojonudo que sea... ¡Y Zachary Quinto haciendo de locaza desatada es muy grande!

    En fin, muy buena entrada sobre una serie especialmente difícil.

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