jueves, 28 de junio de 2012

THE NEWSROOM | Buen editorial y buen drama

Mucho se ha hablado y conjeturado sobre la nueva apuesta de HBO para la temporada veraniega (y apuesta, por ende, de Canal Plus España, que la estrenará el 11 de septiembre). Dos nombres creaban el hype y el buzz que toda serie temida (o amada antes de tiempo) no puede evitar generar antes de su estreno. En el caso de 'The Newsroom' nos encontrábamos las letras de HBO, garantía de calidad (en general) de una ficción televisiva muy distinta a lo que se ve habitualmente en las cadenas generalistas. Al otro extremo de la ola que se precipitaba sobre espectadores ansiosos por ver algo nuevo y bueno en la televisión estaba Aaron Sorkin. El agua llegaba con fuerza a la orilla este pasado 24 de junio y nos mojaba de lleno a los privilegiados que pudimos visionar el piloto en pantalla grande, gracias a Canal Plus. Ahora el agua se retira otra vez, pero ya nos ha empapado, y la sensación que ha dejado es muy fresca.

El título de esta reseña hace alusión a la que escribió James Poniewozik en Time Entertainment, en la que destacaba que 'The Newsroom' hay que verla de dos formas: como un editorial y como un drama. Pero que su principal problema como drama era, precisamente, que era un editorial. Personalmente, lejos de verlo como algo negativo, creo que acierta sobre todo como drama, pero su punto crítico más periodísticamente hablando es la base del mismo, porque sin intento de mejora, sin discurso crítico que motive el cambio, no tendríamos serie. 

El polémico Aaron Sorkin ('El ala oeste de la Casa Blanca', 'Studio 60', 'La red social') se mete de lleno en la redacción del canal ficticio de noticias ACN para reivindicar a golpe de diálogos sentenciosos un periodismo de verdad. Toda una arenga emocionante hacia la justicia social y humana, y cómo la va a asumir cada personaje. En EEUU la crítica conservadora se le ha echado encima. En España, al 98% de los que lo hemos visto nos ha entusiasmado. No sabemos si ha sido con su concepción como piloto de serie (del que muchas voces en contra dicen que está lleno de clichés -alguno tiene-), o con su crítica (fugaz) a la polarización cínica de los medios de comunicación y a la falta de sentido común en la ciudadanía.

Foto: HBO | Aaron Sorkin y Gregg Mottola dirigiendo el cotarro


Quizá aquí haya calado más porque, por suerte o por desgracia, en lo que a ficciones se refiere no solemos mezclar churros con meninas. También porque la política de allí y la de aquí difiere en muchos matices. Será también porque nosotros ya estamos acostumbrados a que nuestros medios de comunicación sean más magazines que informativos, y arrastren una competitividad con las otras (tres) cadenas relevantes basada en la mediocridad y bajeza más absolutas. En definitiva, en EEUU los informativos se los toman en serio, mientras aquí sólo hacemos un paripé con pretensiones de algo. Seguramente sea también porque nuestra situación política y social lleva ya un tiempo rozando la saturación, y mensajes como el que propone Sorkin dan ganas de gritarlo a los cuatro vientos a esa gente que se sienta en sus casas a ver un partido de fútbol o series como 'Aída', en lugar de salir a la calle a reclamar con entusiasmo y seguridad que no nos tomen el pelo, que nos tengan en cuenta, que nos digan la verdad, que vayamos poco a poco formando un mundo más justo y un poquito menos incómodo para vivir una vida que necesita de todo excepto más preocupaciones. 

No tengo la capacidad retórica ni guionística de Aaron Sorkin, eso es más que evidente, pero mi pobre llamada a las armas sirve para entender lo que, a su modo (brillante), ha hecho él con el comienzo de esta serie. Su discurso es rápido, vertiginoso, y ninguna línea de diálogo sobra. Todo lo que se dice tiene solidez y consecuencias inmediatas. Tanta solidez que roza lo inverosímil, pero como ya se ha leído mucho por ahí, este es el modus operandi del guionista, y esto es ficción, así que, ¿por qué quejarse?. El ritmo que insufla a esos inéditos 70 minutos es prácticamente perfecto. Va encadenando la presentación de un personaje con la de otro de manera natural y muy fluida, mientras las tramas de esos mismos personajes se desvelan en otra línea de diálogo que ya ha empezado cuando la anterior aún no ha terminado. Eso es lo que hace Sorkin, ese 'walking-talking' del que habla todo el mundo y que se le da tan bien. Si además comienzas tu historia con un rapapolvos a la sociedad occidental en general y norteamericana en particular, y comienzas un viaje de autorealización y superación del héroe venido a menos apoyado por la presencia colateral de personajes jóvenes (y no tanto) entusiasmados por cambiar el mundo, para finalizar con un atisbo adrenalítico de lo que puede llegar a ser la satisfacción por el trabajo bien hecho, lo mínimo que provocarás en el espectador es que se levante del asiento y estalle en aplausos. 

Esto, señoras y señores, se llama adrenalina. Cuando el cuerpo libera adrenalina, todo parece mejor. Lo bueno del piloto de 'The Newsroom' es que tras reposarlo y meditarlo, por mucho que te empeñes, no le puedes sacar más de uno o dos fallitos. El resto sigue siendo adrenalina que merece la pena disfrutar.

Foto: HBO | Emily Mortimer y Jeff Daniels son la ex pareja cliché


Se le puede echar en cara alguna trampilla (como la que se desvela al final en el cuaderno del personaje de Emily Mortimer), y la sensación de que se han agotado todos los cartuchos en un primer episodio demasiado satisfecho de sí mismo. Tanto que será inevitable (para la historia) darse unos cuantos batacazos que generen conflicto lejos del happy ending. Como es lógico al tratarse de un piloto, abre frentes cuya evolución hay que experimentar sí o sí tras esta magnífica carta de presentación. Esperemos que 'The Newsroom' no se quede en un piloto bonito. La crítica de EEUU ha llegado a ver hasta el cuarto capítulo, y casi les falta escupir sobre él. Haremos una de "si no lo veo, no lo creo", y a pasar página, que ya sabemos cómo son estos norteamericanos cuando les dan donde duele. 

De momento nos queda un relato de tintes épicos (no en vano nombran 'El Quijote', aunque no entendamos por qué se empeñan en colocarlo sobre un burro en lugar de sobre su Rocinante) que, como bien señalan los compañeros de TV Spoiler Alert en su excelente repaso (no he encontrado una forma mejor de decir lo mismo), deja poco espacio a la asimilación pero que, sorprendentemente, consigue su objetivo. 

Valiéndome de declaraciones del propio Sorkin en The Hollywood Reporter, yo añadiría que ese objetivo quizá no sea el de la reivindicación pura y dura, sino el del entretenimiento inteligente. 
Rodamos 'The Newsroom' en el plató 7 de los Sunset Gower Studios, donde se rodó 'The Monkees', lo dice en una placa. Mi intención con 'The Newsroom' era la misma intención que la suya: yo sólo quiero que te lo pases bien durante una hora cada noche. No estoy intentando enseñarte nada, persuadirte de nada; no estoy intentando marcar la diferencia. 
No lo está intentando, pero en cierto modo lo ha conseguido, y no solo. El reparto arregla con sus interpretaciones (casi de cine) el hecho de que los personajes caigan un poco en el cliché. Emily Mortimer ('Match Point') clava a su personaje, antagonista emocional instalada y desinstalada en la inestable vida del Will McAvoy de Jeff Daniels, que está muy bien (allá quedaron los días de mitiquísimas pelis como 'Dos tontos muy tontos'). Sam Waterson pone el punto más cómico/entrañable de la tercera generación, animando a activarse a pesar de la edad, en lugar de agostarse en la pasividad propia de muchos que se acercan a su edad. El plantel de jóvenes promesas lo ponen sobre todo Thomas Shadoski, John Gallagher Jr. y Allison Pill, que conforman además un triángulo amoroso que esperamos que exploten. Para los más espabilados, hace gracia el cameo sin rostro que hace Jesse Eisenberg (protagonista de 'La red social'). 


Foto: HBO | Allison Pill, la asistente torpe leal (qué mona que es esta chica)



Y qué es una serie sin su cabecera, que en este caso recuerda a la dinámica de la propia 'El ala oeste de la Casa Blanca'. Fiel a sus colaboraciones en otras creaciones para HBO, Thomas Newman compone el tema de la cabecera (no tan icónico como el de 'A dos metros bajo tierra') y musicaliza algunos fragmentos para subrayar la acción, escasos y algo funcionales, pero con la personalidad sonora que le caracteriza. 

Todo bajo el control en este primer episodio de Gregg Mottola, que plasma perfectamente en imágenes el ritmo de vértigo que ya aportaba Sorkin en el papel. Un temblar de cámara y una realización muy fragmentada que puede resultar excesiva en algún momento y de algún modo tópica, ya vista en ese tipo de historias en las que nos quieren hacer creer que una redacción la gente va a velocidad de travelling y no hace más que llamar por teléfono llenos de estrés y ansiedad. Pero, ¿y lo bien que funciona todo? 

Aaron Sorkin cae en la demagogia y el idealismo. Demagogia de un sentido común que escasea tanto hoy en día que se ha vuelto increíblemente utópico frente a un cinismo tan venenoso que nos hace buscarle la trampa hasta a los ideales más básicos. Toda aportación, por insignificante e idealista que sea, a favor de un cambio, debería ser más que bienvenida.

1 comentario:

  1. Gracias por la mención. Comparto (compartimos) la misma sensación respecto al piloto, qué maravilla.

    No había atendido a esta observación "mensajes como el que propone Sorkin dan ganas de gritarlo a los cuatro vientos a esa gente que se sienta en sus casas a ver un partido de fútbol o series como 'Aída', en lugar de salir a la calle a reclamar con entusiasmo y seguridad que no nos tomen el pelo" pero es cierto que también apunta a eso la premisa. Y qué ironía que haga esta declaración de intenciones a través de una serie de televisión, que no puede exigir mayor pasividad.

    Un saludo, ¡buen repaso!

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