'Glee' se despide de su tercera temporada. Una temporada muy irregular que finalmente nos ha dado algún que otro buen capítulo y sobre todo una recta final que deja con buen sabor de boca. Desgraciadamente, aquí acaba también una etapa para el musical adolescente de Murphy/Falchuck, puesto que la mitad del reparto original se marcha de la serie, y ante ese irremediable hecho algunos no hemos podido evitar tomarnos esto como una 'series finale' en toda regla. Creo que 'Glee' ya sí que no va a ser lo mismo. Creo que, para mí, 'Glee' acaba aquí...
'Glee' siempre ha sido una serie irregular, surrealista, acelerada, ligerita. Los que la hemos seguido hasta aquí somos perfectos conocedores de sus virtudes y sus defectos, y quizá es eso lo que hace que no nos estorbe. Simplemente la disfrutamos. Entramos al juego de hormonas adolescentes de high school, estética kitsch pastel y números musicales poperos, y nos lo pasamos en grande. Unas veces más que otras, eso sí.
Retrocedamos un poco al principio de la tercera temporada, allá por septiembre, cuando nos encontrábamos con un capítulo inicial más bien flojo. La única aspiración para seguir era la versión gleek de 'West Side Story' que empezaban a preparar los chicos y chicas del McKinley. No fue hasta 'Asian F' y posteriormente con 'The First Time' que GLEE consiguió darnos algo de esperanza con dos señores episodios. Ñoños, sí, pero grandes (más de un lagrimeo cayó por aquí...). Al fin y al cabo, yo de GLEE sólo espero mucha ñoñez, canciones, y humor adolescente con puntos surrealistas. Cuando me lo da, todo fluye.
'Glee' siempre ha sido una serie irregular, surrealista, acelerada, ligerita. Los que la hemos seguido hasta aquí somos perfectos conocedores de sus virtudes y sus defectos, y quizá es eso lo que hace que no nos estorbe. Simplemente la disfrutamos. Entramos al juego de hormonas adolescentes de high school, estética kitsch pastel y números musicales poperos, y nos lo pasamos en grande. Unas veces más que otras, eso sí.
Retrocedamos un poco al principio de la tercera temporada, allá por septiembre, cuando nos encontrábamos con un capítulo inicial más bien flojo. La única aspiración para seguir era la versión gleek de 'West Side Story' que empezaban a preparar los chicos y chicas del McKinley. No fue hasta 'Asian F' y posteriormente con 'The First Time' que GLEE consiguió darnos algo de esperanza con dos señores episodios. Ñoños, sí, pero grandes (más de un lagrimeo cayó por aquí...). Al fin y al cabo, yo de GLEE sólo espero mucha ñoñez, canciones, y humor adolescente con puntos surrealistas. Cuando me lo da, todo fluye.
Después nos encontrábamos con toda la trama de Santana (Naya Rivera), a la que sacaron a patadas del armario. Esta decisión no terminó de convencerme nada. Mientras que con Kurt hemos visto una progresión más realista y sufrida en torno a su homosexualidad, con Santana todo se antojaba tremendamente forzado. Personalmente sigo manteniendo que Santana no es lesbiana, sino que simplemente está enamorada de Brittany. En cualquier caso, este personajazo tan fuerte y con tantos grandes puntos cómicos adquirió algo más de protagonismo (en detrimento de los demás, porque ahí radica uno de los fallos de GLEE, que abarca mucho y aprieta poco), y nos dio, si no capítulos tan buenos como otros, sí unos números musicales para recordar, como ese mash-up de 'Rumour Has It' con 'Someone Like You', o la versión con cellos de 'Smooth Criminal' a dúo con Sebastian, en el capítulo homenaje a Michael Jackson. Santana, mientras, preciosa como siempre en su dolor...
Por otra parte, a las aspiraciones de Rachel y Kurt por entrar en NYADA (y Finn detrás por pura inercia de calzonazos), se añadía la del posible matrimonio de Will y Emma, ahora estables tras haberlo pasado tan mal para estar juntos (perezote lo de esta trama en la segunda temporada...). Will finalmente consiguió pedirle matrimonio como Emma se merecía (no muy de mi agrado, he de recalcar), y en principio tendremos que esperar a la cuarta temporada para ver la boda.
Dejando aparte el tema de los malos tratos a Beiste (metido con calzador), la recta final situaba en el centro de atención todos los preparativos para las Nationals, la graduación de los seniors y el inminente fin de curso con las respectivas despedidas de éstos. Ante esta perspectiva, bien llevada en los capítulos, pese a ser emotivos hasta la saturación, algunos como yo nos preguntábamos qué derroteros iba a tomar la serie a partir de ahora. El final ha llegado, y toca decidir. No sólo es duro para los chicos y chicas graduados, sino también para los que nos sentamos frente a la pantalla a escucharles cada semana. Un servidor se planteaba el dilema de si continuar con la siguiente temporada o directamente tomarse el final de esta tercera como el definitivo de esta serie que de alguna forma se estaba diciendo adiós a sí misma, para quizá pasar a convertirse en su propio sucedáneo.
El "goodbye" que daba título al último episodio sin duda supone un punto y aparte en el GLEE que conocemos. Rachel, Finn, Kurt, Mercedes, Santana, Puck, Quinn y Mike han lanzado el birrete rojo al aire y empiezan una nueva etapa, como bien nos dejaban claro dedicando unos minutos a cada personaje y su punto de vista. Dicen por ahí que les veremos en la siguiente temporada en algún episodio, pero todo apunta a que los protagonistas serán los juniors, que luego pasarán a ser seniors (y después, sí que sí, ¿qué...?). Es decir, Artie, Tina, Blaine (que se ha vuelto más soso que el agua de fregar), Sam, Brittany (que no se ha graduado), y luego toda la retahíla de nuevos, como Sugar y Rory. Nos han ido metiendo el Glee Project poquito a poco, para que ahora no nos choque tanto. Sin embargo, sin el cast original, a mí GLEE no me llama nada. Si ya la serie estaba dando palos de ciego desde hacía tiempo y no aprovechaba bien los personajes que había consolidado, sin Rachel Berry y sin Kurt Hummel, GLEE está definitivamente condenada a ser un desastre, esta vez de verdad. Habrá que esperar y quizá dar una oportunidad. Una. Por probar.
No termino sin antes mencionar los tres momentazos del último episodio, que por ser pretendidamente emotivo rozó en ocasiones incluso el rechazo. Pero en algún punto débil nos tenían que pillar... Lo hicieron al principio, recordando a esos cinco integrantes del Glee Club que en su día eran una panda de outsiders patéticos en busca de un lugar en la sociedad a través de la música: el solo hecho de ver dónde habían llegado (especialmente Kurt y Rachel) nos levantaba una sonrisa cómplice. Lo mismo ocurría con el 'Single Ladies' que se marcaba Burt, un detallazo cojonudo para su hijo que, además de sonrisas cómplices, ahora ya despertaba cierto cariño y muchas risas. El colofón lo ponía, cómo no, Rachel Berry: la eterna sufridora que finalmente se convertía en la única admitida en NYADA. A partir de ahí empezaban las muestras de amor desinteresado: el de ella por elegir quedarse con Finn esperando todo el año hasta cumplir su sueño con él; el de Finn con Rachel por dejarla marchar a Nueva York, a costa de su matrimonio. La conversación que se marcan en el coche provocó a quien escribe el lagrimeo definitivo, y se alargó inevitablemente a lo largo de toda la canción que rodeaba el final.
Un tren. Una despedida. Todo el elenco alrededor. Nueva York. Expectativas que no es necesario ver dónde acaban... Si me dicen que esto es el final de GLEE como serie me lo creo. Quizá por eso mi decisión de retirarme. Porque a veces es mejor retirarse a tiempo.
[Publicado originalmente en 'Goles&Palomitas']
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