jueves, 19 de diciembre de 2013

CINE | "12 Years A Slave" (Steve McQueen, 2013)


Steve McQueen deja claro desde el magnífico plano que abre la película que, ante todo, estamos ante un retrato. El retrato de un personaje. El retrato de un entorno. El retrato de una época. El retrato de una historia concreta en un lugar concreto. Y de esta manera lo sigue recalcando a lo largo de la película con cada estupendo plano, varios similares al primero, y otros tantos que van desgranando los detalles de esta historia.

Lo que diferencia "12 años de esclavitud" de otras películas de temática similar (ámbito en el que a mi parecer no aporta, ni quiere aportar, apenas nada nuevo) es la forma de contarlo. Y ahí McQueen ha sigue demostrando su valor como artista detrás de una cámara que decide articular tal o cual plano de una forma determinada y para un fin, como ya hiciera en otras de sus películas más destacables como "Hunger" o "Shame" (de la que hablé ya aquí). Se nota que la película tiene una factura considerable y que busca llamar la atención más que sus anteriores filmes, tanto por la temática como por permitirse ciertos recursos que rozan peligrosamente lo melodramático, especialmente en el tramo inicial. Sin embargo mantiene el sello personal de McQueen, esos silencios tan bien llevados, la composición y el encuadre de los planos, esa introspección en los personajes, en los detalles. La fotografía se lleva la palma: hacía mucho que no disfrutaba tantísimo del cine como arte fotográfico puro y duro en una pantalla grande, en lo estético y en lo semiótico. La secuencia de la soga es agónica, y sin embargo su articulación en planos es para quitarse el sombrero, al igual que un par de planos secuencia en los que tanto realizador como, sobre todo, intérpretes se lucen. Incluso en un momento determinado el director se permite el amago de romper la cuarta pared durante unos segundos.


En cuanto a los actores están visceralmente espectaculares. Chiwetell Ejiofor, en mi opinión, cumple con méritos como protagonista, llevando casi todo el peso, aunque destacaría antes a Lupita Nyong'o y Michael Fassbender, o el breve papel de Benedict Cumberbatch, que no hay plano que no llene por menor que sea su aparición.

 Por último, la música consigue llegar a un equilibrio con la película pese a que Hans Zimmer abuse de las mismas notas que utilizó para "Inception". Sólo se diferencian un par de temas distintos, y el tema principal se reitera durante todo el metraje. Y no hace falta más. Sería muy pretencioso por mi parte decir que ni siquiera le habría hecho falta subrayar con música, pero tampoco lo descarto. En cualquier caso, al final el resultado es un gran retrato que merece la pena saborear, mirar, sufrir. Al final, queda el retrato de un hombre que supo cómo conservar su libertad interior pese a todo lo que le llovía por fuera.

*Publicado originalmente en perfil de Letterboxd

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