lunes, 20 de febrero de 2012

SHAME, de Steve McQueen (o el valor de experimentar lo visceral)

Empezar el día con SHAME a las 10 de la mañana es un puntazo (terminarlo con "The Artist", otro...). Tuve la oportunidad de acudir al pase de prensa convocado por Alta Films, y al salir de la sala uno se queda sin habla y con la sensación de haber experimentado algo, pero sin saber bien el qué. A lo largo del día, uno la piensa y la repiensa, y al final te acuestas con algunas conclusiones, que confluyen básicamente en que has visto una película bastante buena que más que vista necesita ser experimentada.









Para empezar, el uso de ese tema musical principal que se escucha dos o tres veces (compuesto por Harry Escott), que te adentra en la historia con ese montaje introductorio (frontal de Fassbender incluido joder con Fassbender) y que alcanza su punto  álgido en el clímax -físico, sexual y narrativo- de la película. Me parece cojonudo. Como me pareció cojonuda la tensión que se palpa, no sólo sexual, en toda la película.

Cada vez que hablo de ella, la palabra que me sale es "visceral". Es una visceralidad de emociones que me recuerda por ejemplo a la que experimenté con "Cisne Negro", claro que en la película de Aronofsky las emociones viscerales eran unas, y aquí son otras, pero se ponen al descubierto brutalmente de forma parecida, y el espectador las siente, que es lo mejor que te puede dar una película, incluso cuando eso que sientes es desagradable.

Por ejemplo, sin espoilear demasiado, la situación que intenta llevar a cabo Brandon con su compañera de trabajo se mantiene en un largo plano en el que cada gesto sexual simplemente sabes que es forzado, incómodo, rechazable: tal es el punto al que has llegado a conocer como espectador al protagonista. Y cada gesto añadido incrementa esa sensación.

De esa sensación desagradable e incómoda también tiene culpa la composición de los planos, que no es convencional en muchos casos, ni considerada correcta (no roza el extremo de "Canino", pero por ahí le ronda).  Muchos encuadres desde detrás de los personajes, dándonos la espalda, especialmente a partir de que llega la hermana de Brandon; o situar a un personaje sin respetar la ley de miradas. Después están esos otros planos contenidísimos. Cuando crees que el cineasta no puede seguir manteniendo a Carey Mulligan en primer plano cantando "New York, New York", ésta te vuelve a convencer con un gesto, y el plano te vuelve a incomodar y te invita a profundizar un poco más en lo que estás viendo. Y por último, esos planos secuencia tan bien trabajados, sobre todo por la parte interpretativa, que es la que lleva el peso en este tipo de secuencias, y en este caso muy, muy dignamente.



Michael Fassbender está que se sale en su papel de hombre neoyorkino de negocios con una serie adicción al sexo, y Carey Mulligan no le sobrepasa porque su personaje es totalmente distinto, y no se puede comparar. Me parece que no es sólo una película sobre un adicto al sexo. Por supuesto que ese tema está más que explícito. Sin embargo, de forma implícita nos están contando una historia que arrastra frustaciones y hechos traumáticos que han provocado sin duda ese desequilibrio afectivo en los dos hermanos: en un caso, haciéndole introvertido y contenido, ocultando una doble vida que se ha creado con esfuerzo y minuciosidad en su intimidad; y en el caso de ella, una personalidad que busca la aprobación, el llamar la atención, la afectividad superficial, y que viene a desmoronar esa intimidad. Sin duda, el hecho de que a Brandon le provoque rechazo su propia hermana, y en cambio busque el contacto extremo con personas desconocidas (generalmente mujeres), dice más de lo que aparenta como una relación de convivencia conflictiva por diferencia de pareceres.

Steve McQueen ("Hunger" ya está descargada para seguir investigando en la forma de narrar de este tipo) hace una película bastante arriesgada para un público generalmente pasivo y reacio hacia este tipo de temas, cuyo título en España ni siquiera se han molestado en traducir. SHAME, dice una amiga mía, suena mejor que "Vergüenza", pero viene a ser lo mismo en cuanto a concepto. A mí me encanta que se mantenga el original. Además, con ese cartel tan precioso no hace falta fijarse en las letras impresas.

1 comentario:

  1. Muy bien traída la comparación con 'Cisne negro' a cuento de la enorme visceralidad de las dos películas (a pesar de que las dos son sumamente cerebrales también)...

    Un saludo!!

    Jose
    Goles&Palomitas

    ResponderEliminar